Se escuchan voces, el narrador del futbol por la TV, el sonar
del teléfono, las notificaciones del algún chat en el celular, el amigo que
exclama en voz alta mientras ve el partido y yo frente al pc con un esfero en
mi mano escribiendo sobre el papel.
Es posible que el guiño del destino me haya hecho una mala
jugada, vivía al ritmo del tiempo mientras el día pasaba. Era el cuarto sábado del
mes de junio cuando entraba la llamada de una de mis hermanas. ¡Vaya noticia la
que me daba! Mis ojos arrojaron lágrimas, parecía muda, no tenía palabras, un
pilar fundamental se ha caído.
Era la muerte de un ser especial, era mi mejor maestro, amigo
y confidente. Encontraba en David Fernández Espinel, escucha y al final me hacía entender lo que no
quería comprender por mi terquedad. Creo que lo estimaba tanto, que lo quería
como un padre, incluso me consideró como una hija para él y siempre me ayudo a
pararme firme ante las adversidades, diciéndome que: Calma Gene, calma. Dios tiene el control de todo. El que no valora hoy,
mañana se queja. ¡Palabras sabias!
Traigo a la memoria momentos de cuando me quejaba porque sí
me pasaban historias de terror… entonces las convertía en textos
existencialistas, para que el lector gozará mis escritos. Cuando escribía un texto
para la publicación de mi Blogger que llevaba como nombre: Momentos, le
compartí una línea que decía: la vida
pasa en segundos como el cronometro que no pausa; la juventud se va deprisa
como el viento y precisamente es cuando empiezas a comprender que muchas cosas
importan del resto.
Todo en la vida son momentos así digamos lo contrario, es
como un pestañeo, pasa tan rápido que cuando abrimos nuestros ojos quedamos
atónitos. Un nudo en la garganta es el mensaje de lo que vivimos. Muchas
personas hoy lamentan este duelo, otras, ignorábamos la realidad en la que el
profe David se enfrentaba cada mañana, dejándonos un vacío y así muchas
situaciones diarias.
Recordar es vivir, ¿por qué no quedarnos con lo bueno que él
nos brindó? Lo más bonito es reír; la sonrisa alegra el alma y rejuvenece el
cuerpo físico.
Por eso quiero darle gracias a Dios y Padre nuestro por
haberme permitido conocer, compartir y aprender de un ser incondicional, pocos
como él.
A sus familiares que el tiempo de Dios es perfecto y que
vivimos en un mundo donde adaptarnos es más fácil que llorar. Manteniendo en
nuestra memoria el reflejo de su caminar.
Calma,
calma Dios tiene el control de todo…
¡Génesis Patricia Soler Gelves!
¡Génesis Patricia Soler Gelves!
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